Una investigación sobre los sistemas de educación y las maneras de atender a la diversidad
en Alemania, Italia y Suecia

 


Conclusión

Después de haber comparado los diferentes sistemas educativos de Alemania, Italia y Suecia, finalmente se puede llegar a la conclusión que la utopía de tener una “escuela para todos” es una base que los tres países tienen en común, a pesar de que la implementación está realizada y desarrollada de manera diferente. Salta a la vista que Alemania es un país que por su desarrollo histórico promueve la segregación de los alumnos según sus supuestas capacidades, separando a los niños en escuelas diferentes a partir de los once años. Por los problemas de igualdad de oportunidades para todos los niños que este sistema lleva consigo, últimamente se está discutiendo cómo mejorar la situación; sin embargo, el hecho de que haya 16 leyes de educación distintas dificulta seriamente el desarrollo de una reforma unitaria. Los sistemas educativos de Italia y Suecia en cambio tienen la tradición de educar a todos los niños juntos cuanto más tiempo posible: es sólo al comienzo del bachillerato que hay una división.  

Los tres países muestran una flexibilidad más grande en la enseñanza especial que en la enseñanza general en cuanto a la duración de la escolaridad, el contenido y el ritmo del aprendizaje. De esta forma se aspira a cumplir con las leyes que garantizan una educación equivalente y cualitativa para todos los niños en su respectivo país. En Italia se suele aplicar una alto grado de integración de los discapacitados: un niño con necesidades de educación especial suele ir a la misma clase que los niños de su edad, acompañado de su propio docente de apoyo. En Suecia y Alemania en cambio hay más segregación: A pesar de que los alumnos con necesidades de educación especial pueden ser integrados en las escuelas generales si los padres de familia lo exigen, normalmente van a escuelas especializadas en niños con discapacidades psíquicas o físicas.

Otra similitud entre los tres países en cuestión es que todos han detectado que existe el fenómeno de la superdotación, aunque en Suecia todavía no exista una palabra concreta para aquello. Llama la atención que en todos lados parece existir el prejuicio de que “los superdotados” son unas personas aisladas, problemáticas, socialmente distintas y que estimularlas significa más trabajo a los que los rodean. Obviamente no se puede hablar de ellos como de un grupo homogéneo ya que como todas las personas tienen características individuales diferentes con las que se presentan. Al usar nosotras este término, estábamos muy conscientes de esto, sólo lo elegimos para facilitar la comprensión. Sin embargo, alemanes, italianos y suecos están de acuerdo que de alguna manera hay que apoyar a los niños superdotados cuanto antes posible para que desarrollen su dotación de forma positiva y ésta no llegue a crear ningún tipo de dificultades. Como todavía no está científicamente comprobado si para ello es mejor integrar o segregar a aquellos alumnos, los tres países emplean unos puntos de partida muy distintos. Mientras Suecia e Italia optan por educarlos juntos con los demás, Alemania – de acuerdo con su sistema de educación en general – tiende más bien a segregarlos, dejándoles a padres e hijos diversas variantes para escoger.

Teniendo en cuenta que cada alumno tiene una personalidad individual diferente, nosostras llegamos a la conclusión que el alumno siempre debe estar en el centro de las preocupaciones. Son los demás, los profesores, los padres y el sistema escolar en sí que deben adaptarse a él, no al revés. La preocupación por el desarrollo individual de cada alumno está sobre todo en las manos de los profesores que tienen el privilegio de guiarlos y apoyarlos. Conseguir que el alumno siga aprendiendo lo más posible sin pararse nunca, beneficia tanto al niño mismo como a la sociedad, aparte de ser un derecho legal. Cada alumno, ya tenga necesidades de educación especial o no, debería ir a la escuela con la esperanza y la seguridad de que allí va a aprender algo nuevo. Sobre todo con particular atención a los niños superdotados, sería una gran pérdida de talento hacer que disminuye su motivación en lugar de transmitirles que la superdotación no es ninguna desventaja sino un don muy especial que hay que aprovechar. Para apoyar el aprendizaje o sea el desarrollo de los niños en general, consideramos que la mejor opción es trabajar junto con la familia y el mismo niño de manera individualizada para que se pueda hacer cada vez más realidad el objetivo de una escuela para todos.